"Cuando nacemos, se nos da una pala. De cada uno de nosotros depende la profundidad de nuestro propio agujero."
Es triste, pero hay personas que en su afán de notoriedad, no se percatan - o no quieren hacerlo -, de que todos estamos bajo el mismo paraguas. Que la convivencia - y más en un pueblo -, es casi forzosa, y que negarse el saludo entre vecinos, no deja de ser sino un acto de vanidad. De mucha vanidad.
Es preocupante creer que nuestro ombligo es el centro del universo, ya que cada hijo de vecino tiene el suyo propio, con los mismos derechos de ser respetado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario